domingo, 17 de julio de 2011

Elegía para mí y para ti

ELEGÍA PARA MÍ Y PARA TÍ

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y tú te irás borrando lentamente de mi sueño.
Un año y otro año caerán como hojas secas
de las ramas del árbol milenario del tiempo,
y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,
se alejará en la sombra creciente del recuerdo.

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y quizá, poco a poco, dejaré de hacer versos,
bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,
de las desilusiones y los aburrimientos.
Tú, que nunca soñaste mas que cosas posibles,
dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.

Acaso nos veremos un día, casualmente,
al cruzar una calle, y nos saludaremos.
Yo pensaré quizá: "Qué linda es todavía."
Tú quizá pensarás: "Se está poniendo viejo"
Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo o con otra.
o tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.

Y seguirá muriendo la vida, año tras año,
igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.
Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,
o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.
Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,
pensaré en ti un instante, pero cada vez menos....

Y pasará la vida. Yo seguiré soñando;
pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.
Yo ya te habré olvidado definitivamente
y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.
(Y quizá, para entonces, al cruzar una calle,
nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.

Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,
las manos para siempre cruzadas sobre el pecho.
Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,
te pasarás las horas bostezando y tejiendo.
Y cada primavera renacerán las rosa,
aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.

José Ángel Buesa - cubano


Comentario: No te niegues la oportunidad de amar, quién sabe si quizá después te arrepientas de no haber amado a alquien que pudo haber hecho una diferencia en tu vida..

El Amor y El Chocolate - parte 1

este post lo leí en Google+ gracias a un pana @AlexanderRM21 ... como siempre yo remando posts mientras me sigue durando mi sequía intelectual... jajaja... Un abrazo!


Reflexión: El Chocolate Amargo

El chocolate amargo no es menos chocolate. Contiene las mismas propiedades; de hecho, diríamos que se encuentra en su forma más elemental, sin la añadidura de azúcar, leche y otras sustancias que componen el chocolate que más comúnmente conocemos.

Supongo que en la vida las relaciones de pareja son así también. La sociedad nos vende un chocolate más comercial (con azúcar y leche), donde el galán nos abre la puerta del auto, nos recita palabras románticas, nos sorprende con regalos costosos y nos conquista.

Sin embargo, cuando llegamos al matrimonio, la diaria convivencia nos muestra —en muchas ocasiones— el chocolate en su forma más elemental, con un sabor semi-amargo. Entonces nos quejamos. ¿Dónde ha quedado el romance? ¿Qué de las flores? ¿Cuándo volverán las canciones románticas?

Quizá es cuestión de enfoques. ¿Qué es lo que nos gusta del chocolate? No es simplemente su dulzura, pues en ese caso compraríamos miel. No es tampoco su consistencia, pues podríamos optar por goma de mascar o algo crujiente como unos cacahuates (maní). Son las propiedades mismas del chocolate las que conquistaron a los aztecas, luego a los españoles, y hoy a las mujeres.

El chocolate amargo no es menos chocolate. Una relación de matrimonio del día a día no es menos romántica, ni especial, ni real, solo por los roces naturales de la convivencia.

¿Qué hago cuando recibo un trozo de chocolate amargo? Me lo como. Lo disfruto. Lo combino con otros sabores. Del mismo modo, en aquellos días de fricción con mi pareja, debo hacer lo mismo. Seguir adelante. Poner de mi parte. Combinarlo con buenos recuerdos.

Finalmente la vida tiene días buenos y malos, altos y bajos, dulces y amargos, pero sigue siendo vida. No nos quedemos solamente con las ideas que nos han vendido de modo comercial (chocolate americano o romance hollywoodense), sino que aprendamos a encontrar el valor y la belleza de las cosas, desde un chocolate (aún sea amargo), hasta una relación de pareja (al paso de los años).




Quisiera agregar algo como comentario personal:

Me encanta el chocolate, curiosamente el chocolate amargo es uno de mis favoritos... con las mujeres también me pasa algo parecido, me encantan las mujeres... y las q más me gustan son la mujeres sinceras, las que son capaces de decirte "no estoy de acuerdo", "no me gusta" y "quisiera hacer las cosas de una manera diferente"...

En la actualidad ando en busca de una mujer que no tenga miedo... (tarea difícil? no, imposible)...
un FYI: yo también tengo miedo, pero si estamos juntos, podemos dejar de tener miedo juntos...

muy pronto les tendré un post sobre el miedo... Hasta pronto

lunes, 4 de julio de 2011

¿Sociedad de consumo vs. Relaciones personales?

por Sofía Lanchimba, excelente socióloga y amiga ver perfil

Para hablar de la sociedad de consumo no sólo hablaremos de las compras frenéticas o de la producción incesante, pues alrededor de esta producción y consumo desbordante hay algo más peligroso, y son los nuevos valores que esta sociedad produce, un culto a la imagen y al diseño que configuran un mundo de apariencias en el que parecer es más importante que ser, tenemos un nuevo tiempo realmente invivible, pues las horas se van en la producción-trabajo y en el consumo-disfrute, el reloj es el mayor dictador.

Si no tienes dinero tienes que buscar la forma de conseguirlo, y si lo tienes hay que buscar la forma de gastarlo, es realmente imposible pensar en la contemplación, incluso los spas te ofrecen masajes “express”, todo en este mundo parecer ser “express”. La producción ilimitada hace parecer que todo está al alcance de nuestras manos, ya no existe el misterio, los límites se desdibujan al tiempo que se busca nuevas experiencias y nuevos límites, ¿cuál es el mayor producto de esta sociedad? Individuos esquizoides sujetos a una constante paradoja: el mercado ofrece “todo” y somos “libres” para adquirirlo, sin embargo, no podemos entrar en ese mercado sino como meros productores, entonces se produce una ruptura que impide la realización de los valores consumistas y la psiquis colapsa, pues la promesa lleva en sí misma su irrealización.

La producción, como ya nos recordaba Bolívar Echeverría no es sólo producción de objetos sino también de símbolos en un intercambio constante que permite la existencia de un tejido social y la reproducción de identidades y de lo social, ahora cómo pensar en un intercambio simbólico que me permita reproducirme a mí misma como individuo cuando dicho intercambio está mediado por un mercado en el que prima el valor que se valoriza a sí mismo y no el valor de uso, es decir cómo construyo mi identidad cuando los referentes con los que dialogo son marcas despersonalizadas que pese a la “tendencia” siguen siendo descorporeizadas, asépticas, asexuadas, deshumanizadas y propias para vestir a un maniquí o a las estrellas de Hollywood y no a un ser humano.

La construcción de mi propia identidad también entra en este juego en el que hay que interpretar múltiples papeles pero cada vez más despersonalizados, éste es el marco en el que intento crear mis relaciones personales, de género. El escenario parece demasiado dramático, trágico y para colmo cómico, y lo peor: real, el intercambio simbólico parece convertirse en intercambio mercantil en el que cada uno tiene que configurarse como la mercancía más deseada y para ello el mercado nos ofrece los más diferentes artículos que van desde maquillaje hasta cirugías estéticas, recuerde, lo importante es eliminar cualquier indicador de humanidad.

Las relaciones personales no sólo tienen que enfrentarse a este tipos de inconvenientes, de éstos tenemos todo un listado, y el más recurrente es el tiempo, hay tantas cosas que tenemos que conseguir que los otros siempre representan un obstáculo, ¿reunión familiar? ¿para qué? Que pérdida de tiempo, tengo un trabajo pendiente que hará que me suban el sueldo o me asciendan, o trabajar para esa maestría que finalmente me convertirá en una profesional.

Las 24 horas del día parecen insuficientes cuando hay tantas metas y tantos roles que cumplir, soy estudiante, trabajadora, consumidora, hija, novia, amiga, ciudadana, mujer, soltera, amante, son tantas que es una pérdida de tiempo enumerarlas (y no es sarcasmo), pero nuestra humanidad precaria parece imposibilitada de cumplir tantos roles en tan poco tiempo, así que hay que eliminar las poco productivas bajo una visión de costo-beneficio, por ejemplo, tener novio implica “tiempo”, dinero y esfuerzo psicológico, los beneficios recibidos mmmm, pueden ser fácilmente intercambiables por un amante momentáneo, y así es como vamos reemplazando duración por intensidad al mejor estilo “express”.

Las relaciones de género han cambiado y no sólo por los nuevos roles que ha cada uno nos toca asumir sino por las exigencias sociales a las que tenemos que responder, la vida nunca fue más deprisa, nunca consumir-tirar-consumir fue tan rápido, nunca usar y dejar fue tan fácil, la vida corre tan deprisa que las relaciones también necesitan hacerlo, Zigmunt Bauman logra explicarnos de mejor manera:

El conocimiento de que la vida no es sino un momento efímero, de que no se ofrece una segunda oportunidad, cambiará la naturaleza del amor. El amor no tendrá tiempo de acampar. Lo que pierda en duración lo ganará en intensidad. Arderá de manera más deslumbrante que nunca, consciente de hallarse condenado a ser vivido y en un solo instante y hasta el fondo, en lugar de propagarse insulsa y discretamente, como antes, por la eternidad y la vida inmortal del alma.

La duración fue vencida por la intensidad, hombres y mujeres cada vez buscan menos relaciones largas y más relaciones intensas, tal como los artefactos de nuestra era las relaciones no están hechas para durar sino para consumirlas unas detrás de otras, en una búsqueda constante de “algo” que al parecer nunca encontramos, las relaciones al igual que el consumo contienen en sí mismas su propia imposibilidad de realización.

Dicha imposibilidad ahonda la angustia existencial, dado que una de las cosas que sostiene lo social es el intercambio simbólico que permite la realización del ser que va más allá del ego individual egoísta, a la conformación de relaciones y un tejido social que nos sostenga, la angustia aparece ante la imposibilidad de crear o mantener una relación que va más allá de compartir información genética o ratos libres, sino, como lo planteaba Erich Fromm de encontrar en el amor la única respuesta satisfactoria a la existencia del hombre, de encontrar ese “algo” que siempre se nos va de las manos.

Nuestro consumismo ha llegado a esos límites consumimos incesantemente cosas, ideas, conocimientos bajo un patrón de simple acumulación, lo mismo pasa con nuestros afectos y nuestras relaciones, consumimos y acumulamos por mera acumulación, sin embargo aquí hay un problema más grave, pues creemos que dicha acumulación nos hará felices, nos hará sentir mejores y eliminará nuestra soledad, nada más erróneo, pues como en el consumo de drogas las relaciones pasajeras, volátiles, los vaciles, los amores de barra funcionan como placebos de gran
intensidad como los huracanes que barren todo a su paso, o como paliativos para superar momentáneamente los azares de la vida, y su desenlace es el mismo, una caída en picada que nos devuelve al vacío de la existencia, tal como lo hacen las compras compulsivas, dado que el problema fundamental se mantiene aún cuando no podamos verlo.

La época contemporánea ha convertido al libre mercado en el gran mediador de las relaciones y a la libertad mercantil en su máximo valor, ¿por qué somos incapaces de comprometernos? Porque un compromiso vulnera nuestra libertad mercantil que es una libertad egoísta, una libertad de hacer y deshacer cuanto quiera, una libertad que no conoce fronteras y que se finca en el individuo como el único beneficiario de esta libertad ilimitada, es imposible concebir siquiera una libertad de pareja o peor aún una libertad colectiva, y por mucho que repitamos “sólo soy libre cuando todos los que me rodean son libres” seguimos viviendo en una completa libertad y soledad elegida.

Nuevamente la psiquis colapsa y aparece la esquizofrenia, no sólo debemos construirnos como individuos sino como individuos sociales, lo social es lo que nos permite “ser lo que somos”, sin embargo cada día es más complicado crear relaciones sociales o de género reales, permanentes, que den testimonio de su existencia, pues el mundo de las apariencias y de lo efímero nos envuelve y nos confunde con promesas que es incapaz de cumplir.

Y nos miramos a nosotros mismos con discursos vendidos de ejercicio libre de la sexualidad, de relaciones abiertas de lo más progresivas, de disfrute y placer sin culpa, de vivir la vida en su máxima expresión sin que importe el pasado o el futuro porque el presente es lo único que tenemos, y mientras nosotros pensamos que somos lo más progresista de la sociedad, lo realmente reaccionario de este comportamiento va minando los cimientos de lo social, de las instituciones más básicas como la familia y de la incapacidad de realizarnos a nosotros mismos más allá de nuestra individualidad solitaria a una continuidad plena y de real fusión que le dé sentido a nuestra existencia.




Sobre el texto:
Tomado del link con permiso de su autora. Gracias Sofi!

Sobre la autora:
Sofía Lanchimba, socióloga y abogada. Ha realizado análisis a nivel social sobre fiestas populares, relaciones, amor, y otros. Colaboradora (a petición mía) de este blog.