viernes, 30 de septiembre de 2011

El sacerdote y los rescatistas

Cuenta una historia que el sacerdote de un pequeño pueblo de la costa, de aquellos pueblos pequeños donde todos se conocen, era muy buen amigo de todos, la gente lo respetaba y admiraba mucho. Era un hombre una gran fé y siempre demostraba ser un hombre de bien. Por todo esto, aquel sacerdote se convirtió en el líder de la comunidad.

Llegó el invierno, y junto a él las lluvias y las inundaciones. En este tipo de pequeños pueblos es habitual, y la gente normalmente está preparada para estos sucesos; pero aquel invierno era diferente, fue el invierno más fuerte que haya tenido que resistir aquel pueblo.

Simplemente una noche empezó a llover, y parecía que no iba a parar nunca.

El río creció, las calles se inundaron, los techos de las pequeñas casas comenzaban a ceder, corría el agua por todas partes... la catástrofe era inminente.
Todos los habitantes del pueblo se preocuparon por sus vidas y por las de sus familias, no sabían si debían permanecer en el pueblo o si deberían salir. Salir de sus casas implicaba un riesgo porque no sabían a lo que se tendrían que enfrentar, pero permanecer en sus casas también implicaba un riesgo porque podrían perder la vida con la terrible inundación.

Entonces acudieron donde el sacerdote a pedir ayuda y consejo.
- ¡Hay que evacuar el pueblo!, dijo el sacerdote... No podemos arriesgar la vida de todos en el pueblo. Vengan a la iglesia a refugiarse. Llamaremos a las fuerzas de rescate para que vengan a rescatar al pueblo.
El sacerdote hizo una oración por toda la comunidad y se preparó para recibir a todos en la iglesia.

En ese momento todos los habitantes del pueblo se dispusieron a salir de sus casas. Tomaron las cosas que creyeron necesarias, organizaron a su familia y fueron a la iglesia a ponerse a buen recaudo.

Llegaron los rescatistas en varios vehículos y empezaron a evacuar al pueblo. El sacerdote ayudaba a la gente a embarcarse en los vehículos de rescate. Cuando ya se llenó el primer vehículo, los rescatistas le ofrecieron al sacerdote llevarle con el conductor.
- ¡Yo me quedo aquí! Tengo fé en que Dios me salvará. Vayan ustedes y yo sigo ayudando a evacuar a la gente.
Y así hicieron los rescatistas, tal como pidió el sacerdote.


Ya faltaba poco para desocupar la iglesia. Los rescatistas agradecieron al sacerdote por haber ayudado a organizar a la gente y le volvieron a ofrecer llevarle en uno de sus vehículos.
- ¡Vayan ustedes! ¡Sálvense ustedes! Tranquilos, porque confío en Dios y Él me salvará

Y quedó solamente el sacerdote en la iglesia. Todos ya se habían ido.
Las calles se habían inundado por comlpeto, así que el sacerdote tuvo q subir al techo de la iglesia para poder salvarse.

Aún faltaban más personas por desalojar del pueblo, personas que no habían podido ir a la iglesia a refugiarse porque las calles estaban inundadas. Un grupo de rescatistas los fue a salvar en un bote, y cuando pasaron por la iglesia le ofrecieron al sacerdote llevarlo para q se salve.
- Ya les he dicho que espero que Dios me salve. Estoy seguro de que así será. Por qué no ven si hay más gente que necesite ser rescatada.
- Usted es el último, padrecito - dijo uno de los rescatistas
- Entonces vayan a salvarse Ustedes, yo espero que Dios me salve

Pasaba el tiempo y seguía cayendo la lluvia sobre todo el pueblo. El sacerdote empezaba a desesperarse. Oraba todo el tiempo, pidiéndole a Dios por su salvación.

Y de repente escuchó un gran estruendo, y una luz desde el cielo lo iluminó. Aún seguía lluviendo y no podía escuchar nada más que la fuerza del agua caer. Levantó su cabeza y dijo
- ¡Señor! ¿Eres Tú que se ha acordado de este siervo?

Y desde el cielo escuchó una fuerte voz que le dijo:
- ¡ATENCIÓN! Somos de la Defensa Civil y estamos evacuando esta área. Por favor padre suba al helicóptero, hemos ya evacuado a todas las personas. Solamente queda usted. Suba con nosotros

No era Dios, era la Defensa Civil. El sacerdote se sintió decepcionado y nuevamente se rehusó a ser rescatado por ellos, porque tenía la firme convicción de que iba a ser salvado por Dios.

Finalmente llegó lo peor de la tormenta: casas, árboles, autos, animales y la misma tierra fue movida por la fuerza del agua y se llevó todo el pueblo, incluyendo la iglesia, y con ella el sacerdote. El sacerdote murió en la inundación.

Qué tristeza...

Como les decía, el sacerdote era un hombre muy bueno, de una gran fé, así que normalmente debía ir al cielo. Y así fue, se encontró con el Todopoderoso. Pero él no podía dejar de sentirse mal porque Dios no lo había rescatado, así que le preguntó a Dios en persona:
- Padre mío. Te pedí por mi rescate y no apareciste, dejaste que muriera, y yo tenía mucho que hacer aún en la Tierra. ¿Qué pasó?

Y Dios, en su sabiduría le contestó:
- Pero hijo mío. Te mandé dos veces al grupo de rescatistas, luego fueron en bote y finalmente en helicóptero y fuiste tú quien no quiso ser rescatado.

Y así... sin más nada el sacerdote se dió cuenta que su salvación había estado a su alcance y por esperar "algo más" se perdió de haber vivido...

...


¿Les gustó la historia? ¿Qué piensan que deberían hacer ustedes si estuvieran en las situación del sacerdote?



...


Mmm... Pero esperen un momento... Este es un blog sobre el amor de parejas... ¿Dónde quedó la reflexión sobre las parejas?




Ok, aquí les va:

¿Cuántas veces han tenido la oportunidad de tener una relación con una muy buena persona, pero la han rechazado por estar esperando al "príncipe azul"?

Hay que tener precaución... No vayan a pensar que una relación es la "salvación" de una persona... OJO!!!

Me refiero a que hay que saber identificar el tiempo en el cual puedes escoger una pareja para toda la vida. No vaya a ser que por estar escogiendo y esperando al príncipe azul, éste se les va a aparecer en la puerta de sus casas por arte de magia.

Hay momentos y momentos en la vida y hay que saber apreovecharlos... Para que no nos quedemos nomás con las ganas de cualquier cosa, sino que llevemos una vida plena y feliz. Y si eres de las personas que espera poder compartir esa vida plena y feliz con otro ser humano, por qué es que algunos momentos de nuestras vidas nos podemos tan exigentes con los demás..

hasta el punto de que nadie nos parece lo suficientemente bueno o buena...


No juzguemos a los demás. Pongámonos en su lugar, porque seguramente a nosotros tampoco nos gustaría que nos juzguen y que, a criterio de otra persona que es su pareja, no demos la talla y seamos descartados porque no somos tan buenos como lo es el ideal prefijado del príncipe azul a quien nadie podrá alcanzar...

Somos humanos y estamos llenos de defectos como es de esperarse... Entonces, ¿por qué estás esperando al príncipe azul cuando tienes a un buen ser humano a tu lado?

Creo que es tiempo de cambiar esa forma de pensar y de estar esperando a un ideal que nunca llegará... Y mientras tanto perdemos oportunidades de ser felices junto a buenas personas...

¿Cuéntenme cuál es su opinón sobre el tema? Y avísenme su opinión sobre el nuevo diseño del blog...

¡Hasta una próxima oportunidad!